El IES Pablo de Olavide –el de La Luisiana y El Campillo (Sevilla)- es uno de esos institutos que aparecieron en la década de los noventa con la aspiración de llevar la secundaria y cuanto eso supone lo más cerca posible del alumnado. La historia empieza en el curso 1998/99, cuando daba sus últimos coletazos el pasado siglo XX. En esos momentos este centro carecía de todo, no tenía nombre ni edificio independiente; a la espera de alcanzar existencia propia empezó su andadura como sección del IES San Fulgencio, de Écija, y lo hacía de prestado en las instalaciones del CEIP Antonio Machado, en horario partido de mañana y tarde.

Habría que esperar a finales de enero o principios de febrero de 2000 para que concluyeran las obras de nuestras instalaciones, y al curso 2000/2001 para lucir en la entrada un nombre que lo distinguiera y, por lo tanto, poder decidir conforme a las necesidades que demandaba el contexto de la localidad. Tal vez, ésa sea la crónica de la fundación de tantos y tantos IES en Andalucía, por lo menos en sus primeros compases. Después llegó el momento de darle alma a las instalaciones, de insuflarle vida al espacio deshabitado y distinguirlo de otros centros. Para eso, había que crear bases, normas, y trabajar –trabajar mucho y con ritmo propio-; sólo así, el centro crecería y, como si fuese cualquiera de los adolescentes que se mueven por sus pasillos, llegaría a madurar y a formarse una personalidad independiente. En ese proceso el azar cumple su papel y quiso, entonces, darle al IES un equipo humano con iniciativa y arrestos suficientes para enfrentarse a esa tarea, quizá más intuida que pensada. Fue así, con la compañía en el camino del profesorado, del alumnado y las familias, como este centro empezó a ser algo cercano, más parecido a un museo o a un hogar que a la idea de instituto que habitualmente podamos tener en la cabeza… porque las paredes y los exteriores se nos fueron llenando de arte, y las relaciones tensas de los inicios se fueron relajando hasta convertirse amistad o compañerismo.

El nombre del centro, Pablo de Olavide, llegó al IES como una propuesta de la corporación local que gobernaba La Luisiana y El Campillo en esos momentos. Para la mayoría de los que trabajábamos entre sus paredes –alumnado, profesorado y familias- aquel personaje no era más que un nombre en la larga lista de ministros ilustrados del XVIII. Y los vínculos con la localidad que lo hacían meritorio de ese homenaje provenían de su papel como promotor en la creación de las Nuevas Poblaciones. Poco más conocíamos sobre él. En apariencia estos datos podrían quedarse en lo meramente anecdótico; sin embargo, el paso del tiempo ha eliminado la parte de azar que existe a la hora de poner nombre a un edificio: de alguna manera, se ha establecido una conexión entre el ilustrado y quienes desarrollamos nuestra labor docente en el Pablo de Olavide. Concretarla puede ser arriesgado, pero vamos allá e intentémoslo: el claustro tiene un origen foráneo como el ministro reformista; las líneas maestras del IES pasan por la firme creencia en que el trabajo y el esfuerzo son los pilares que permiten el progreso del individuo, más cuando hablamos de enseñanza –no dejemos de lado que la educación para los ilustrados era la base para el futuro de un país y para la felicidad de los pueblos-; el progreso requiere de un orden previo y de la planificación; la certeza de que desde dentro del sistema se puede trabajar de una manera creativa y cercana; el trabajo en equipo y en una sola dirección como garantía de éxito... pero, sobre todo, TRABAJO, TRABAJO y TRABAJO. Por todo eso, tener en la entrada del IES el nombre de aquel desconocido supone un privilegio.

Son pocos años todavía y nos falta mucho camino por recorrer, aprendiendo a cada paso y de los errores… Quizá, por ese motivo, los recon ocimientos que a veces recaen sobre proyectos desarrollados desde el centro nos animan a seguir adelante y en la misma dirección: Primer Premio en el Certamen Nacional de Investigación Histórica para Jóvenes Eustory; Tercer Premio en la V Edición del Premio a la Coeducación e Igualdad Rosa Regás; Mención Especial en la XXIV Edición del Premio Joaquín Guichot al Fomento de la Cultura Andaluza; finalista III Premio al Compromiso Educativo Isabel Álvarez, convocado por la Asociación REDES Sevilla; 2º premio en la XXV Edición del Premio Antonio Domínguez Ortiz al fomento de la Innovación Educativa; 1º Premio en la XXVI Edición del Premio Joaquín Guichot al Fomento de la Cultura Andaluza; Premio al Mérito Educativo 2014 a la labor colaboradora en el ámbito educativo; numerosos premios en el Certamen Audiovisual Thánatos de cortometrajes… Además, el centro ha sido reconocido por la Consejería de Educación como Centro Promotor de Buenas Prácticas del Plan Ve. Todos, reconocimientos que abren una puerta a nuestro alumnado y le demuestran el potencial que guarda, que –desde un instituto de pueblo- también se pueden realizar trabajos meritorios e, incluso, sobresalientes.

 En el presente y de cara al futuro, un nuevo horizonte: hacer del centro un punto de referencia de la actividad cultural en la localidad. El IES no es una realidad que funciona al margen de la sociedad, sino un mecanismo más que se encuentra en sintonía con el colectivo que forma La Luisiana y El Campillo.

Documental realizado para el X Aniversario

X Aniversario del IES Pablo de Olavide on PhotoPeach